martes, 1 de noviembre de 2011

ROBIN WILLIAMS



El showman de la pantalla
Dotado de un talento inigualable para la comedia, podría haberse pasado toda su carrera haciendo reír. Pero prefiere el reto que para él supone interpretar dramas, por lo que escoge frecuentemente papeles dramáticos, y en los últimos años se ha decantado por los psicópatas. Es Robin Williams, un "showman" cuyos personajes más logrados son tipos vitalistas y positivos.
Robin Williams

Según se infiere de las entrevistas, su sentido del humor proviene de su infancia, desgraciada, y solitaria. Nacido el 21 de julio de 1952 en Chicago (Illinois), Robin Williams fue el hijo único de una actriz, que le transmitió la vocación actoral, y un alto ejecutivo de una empresa de coches, que tenía que cambiar continuamente de lugar de residencia, dificultando que su hijo hiciera nuevas amistades. "Estar solo te proporciona una gran imaginación. Aprendí a crear mis propios juegos, leí un montón y desarrollé mis propios mecanismos de defensa para combatir la soledad, como el sentido del humor", ha dicho Williams. Estudió interpretación en la renombrada Juilliard School, de Nueva York, donde coincidió con Christopher Reeve, posteriormente popular intérprete de Superman, con quien le unía una gran amistad. Cuando terminó, pasó mucho tiempo haciendo monólogos cómicos en varios clubs de San Francisco, hasta que se hizo con un papel importante, en la serie Mork and Mindy, donde era un alienígena que le proporcionó cierta popularidad. Tras contraer matrimonio con la bailarina italiana Valeria Velardi, protagonizó su propio programa, Robin Williams at Met, donde el actor se prodigaba en imitaciones y gags hilarantes.

Hollywood se fijó rápidamente en sus cualidades humorísticas. El primer cineasta que contrató a Williams para la gran pantalla fue Robert Altman, para su desastrosa adaptación de Popeye, el marino, el popular personaje de los dibujos animados. Aunque el actor logró convertirse en un Popeye bastante convincente, el film era nefasto. Pero Williams tuvo una oportunidad mejor de aprovechar su talento innato para el humor en Good Morning Vietnam, de Barry Levinson. Allí, su personaje era un showman, como él, que a través de las ondas radiofónicas alentaba a las tropas estadounidenses en Saigón. Tuvo tanto éxito que incluso fue nominado al Oscar al mejor actor. Enseguida logró quitarse el sambenito de "graciosete" con su papel protagonista en El club de los poetas muertos, su consagración a nivel mundial. Y si el carismático profesor John Keating dejaba una huella imborrable en los alumnos de un rígido internado, su interpretación también se hizo inolvidable para los espectadores. A partir de ese momento se prodigó en el drama, haciendo de médico en Despertares, vagabundo en El rey pescador y judío atrapado en un campo de concentración en Ilusiones de un mentiroso. Su mejor papel fue el psiquiatra de El indomable Will Hunting, por el que obtuvo el Oscar al mejor secundario. De vez en cuando, seguía aprovechando su talento para la comedia, en Señora Doubtfire o Jack, toda una decepción, indigna de Francis Ford Coppola. Además, Robin Williams parece tener predilección por el género fantástico, pues ha intervenido en Toys, Jumanji, Más allá de los sueños, El hombre bicentenario y dos películas de Steven Spielberg, Inteligencia artificial y Hook. De vez en cuando presta su voz a personajes animados, como el genio de Aladdin o Fender, el androide de Robots.
En los últimos años se prodiga en personajes siniestros y psicópatas, como el fotógrafo obsesionado por una familia, en Retratos de una obsesión, el asesino de Insomnio y Alan W. Hakman, el traumatizado montador de La memoria de los muertos. Por lo visto, siempre había querido hacer ese tipo de papeles. "Estoy volviéndome oscuro", comenta poniendo una voz terrorífica cuando se le pregunta. "No había hecho antes ese tipo de papeles, porque los estudios solían decirme que yo interpretaba muy bien a gente buena y sana". De todas formas, siempre busca "sorprender al espectador", por lo que seguirá buscando nuevos retos interpretativos en los próximos años. Tan interesado estaba en protagonizar The Night Listener (El oyente nocturno), adaptación de una novela de Armistead Maupin, que el actor no ha dudado en reducir drásticamente su salario.


Juan Luis Sánchez
05/01/2005

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